Durante los seis años de este periodo, España se vió convulsionada por distintos situaciones que produjeron cambios significativos en su sistema político. En 1868 la revolución de "La Gloriosa" destronó a Isabel II, obligándola a salir del país. A partir de aquí, con un gobierno provisional con pretensiones democráticas, se convocaron unas cortes constituyentes que dieron luz a la Constitución de 1869. Esta constitución puso de manifiesto el carácter progresista de los revolucionarios pues reconocía la soberanía nacional, ampliaba los derechos y libertades de los españoles e instauraba el sufragio universal.
Con una constitución monárquica hacía falta la figura real, que después de una búsqueda por todas las casas reales europeas recayó en la persona de Amadeo de Saboya, que subió al trono con el nombre de Amadeo I. Fiel a sus ideas demócratas intentó, sin triunfo, dar salida a los numerosos problemas que la política española tenía en esos momentos, pero su escaso conocimiento del país, y las luchas constantes de los partidos políticos, le llevaron a la abdicación de la corona.
Se proclama, entonces, la !ª República Española, que nace dividida entre los partidarios de la república unitaria y la federal. Esta división entre partidarios de una y otra formas republicanas se ahondará aún más con las insurrecciones cantonalista, carlista y colonial, lo que la llevará al desastre y a la intervención del ejército, mediante el golpe de estado del general Pavía, dejando libre la vuelta de la monarquía.
Esta se consumará en 1875 con la llegada del hijo de Isabel II, el príncipe Alfonso, futuro Alfonso XII.
En este esquema podéis encontrar comprimido esta sucesión de hechos.
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